Por Liliana Giménez Santos - Publicado en 15 June 2010 - Revista TOPIA - Buenos Aires
Fueron casi tres meses durante los que compartí la vida cotidiana con pensionistas, pasantes y personal de la Clínica de la Borde. La incomprensión inicial la atribuí al escaso dominio del idioma, pero pronto comprobé que el modo de funcionamiento afectaba tanto a franceses como extranjeros, y que estas impresiones iban más allá de las limitaciones idiomáticas.
Añado a esto algo que descubrí más tarde, leyendo a Tosquelles, el psiquiatra catalán que creó la psicoterapia institucional, a mi entender por convicción y por la urgencia de los acontecimientos (refugiado en Francia tras su exilio por la guerra civil española)* y cuyos rastros es posible de identificar en el desenvolvimiento institucional de La Borde, como rasgos de su origen. Pude encontrarme con lo que él consideraba los beneficios de preservar la “función extranjera”* para favorecer otra posición en los pacientes y en general en todo el mundo. Esto en realidad sólo es hacer visible aquello que nos acontece con los demás pero que por lo general preferimos ignorar (podemos llamarle “cada uno en su burbuja”), que desde Freud, Lacan y hasta nuestros días se dice portamos bajo la forma del fantasma y cuyo efecto es que nos comprendemos bastante menos de lo que nos gusta creer, aunque hablemos el mismo idioma. Allí están las raíces de aquello que viene a continuación y que tiene que ver con una apertura a la aceptación de las diferencias, propias y ajenas.
Por una parte, entonces, de entrada me sorprendió la existencia de una cantidad de espacios colectivos, en donde todos teníamos derecho al acceso y al uso de la palabra. El otro aspecto que me conmovió y que no deja de estar relacionado con lo anterior, fue la posibilidad de encontrar un lugar para decir, para hacer, pues de hecho había un lugar ofrecido y posibilitado. El “accueil”*, eso que insiste en las conversaciones, en los nombres de los diferentes ámbitos grupales (reuniones de sector, ingreso de los pensionistas a la institución, llegada de visitantes, pasantes, grandes o pequeñas reuniones) no es una abstracción, es una hecho cotidiano, fuerte, transformador, es esa predisposición a abrirse al otro y dejar que éste despliegue su estilo, su modo de andar por el mundo y encuentre con su heterogeneidad esencial, si así lo quiere, un lugar posible y vivible. Circunstancia ésta que involucra tanto a pacientes como a los demás. De donde se comprueba una tercera cuestión y es que la psicoterapia institucional es una forma de funcionamiento que atañe y atraviesa a todos en la clínica. Por lo cual la delgada línea que procuramos nos separe de lo patológico se constata más tenue de lo que con nuestros reaseguros estamos dispuestos a confesar.
Jean Oury dice que se trata de una estrategia indirecta, en la que a través de diversos espacios grupales se posibilita el pasaje de un espacio al otro, y se instala el “espacio entre”. Dentro del tejido institucional (de reuniones de talleres, del club…), concebido como campo operatorio, este pasaje y la dimensión del encuentro posibilitan el acontecimiento, o sea, alguna transformación en relación al síntoma. Se hace necesario entonces remitirse a Lacan, cuando Oury menciona la necesidad de la heterogeneidad y de lo diacrítico pero también mencionar la concepción de transferencia que se sustenta, sobre todo en lo que concierne a la esquizofrenia: transferencia multirreferencial (modalidad enfatizada por Tosquelles). Particularmente considera al sujeto psicótico atenaceado por problemas graves respecto al campo transicional (pensable también desde la visión de Winnicot y de Gisela Pancow), constreñido por dificultades severas para “especializar”, para crear adentros y afueras. Dentro de la organización cotidiana, por consiguiente, se procura que existan áreas propicias para el advenimiento de lo insólito, lo azaroso, de la diferencia, que permita instalar una especialidad y una temporalidad diferente. Por ello lo institucional es un proceso de invención permanente que se construye entre y con los otros y que sería favorecido por la libertad de circulación.
Esta concepción entraña que dentro de las estructuras jerárquicas rígidas, los espacios suelen estar sumamente compartimentalizados, por lo cual el pasaje entre ellos se torna difícil, a veces imposible, en consecuencia hay una especie de homogeneización, de uniformización con escaso lugar para la invención, para el deseo, o al menos para la exploración y el encuentro.
Considera Oury al respecto que el colectivo es “la máquina abstracta” que permite tratar la alienación psicótica y la alienación social al mismo tiempo. La “institución”, o las instituciones que en ella conviven, se “cuidan” en estas dimensiones colectivas.
Sin embargo hay un “no todo”, no todo se puede decir, no todo obstáculo o malestar se puede sortear. Pero la propuesta es echarlo a andar, ponerlo a circular ofreciendo esta diversidad de espacios y brindar un decurso posible.
En este momento, la clínica se encuentra atenaceada por dos circunstancias. La avanzada edad de su director y fundador, el Dr. Jean Oury, que a pesar de su lucidez, su inteligencia, su dinamismo y la importancia de su figura en el campo de la Salud Mental de Francia, o precisamente por todo eso, plantea un impasse para el porvenir. Hoy por hoy ocupa un lugar a todas luces difícil de ocupar para cualquier otro. Junto a esto se hallan además, las adecuaciones que la institución habrá de realizar, y que ya han comenzado en algunos aspectos, para subsistir dentro del sistema de salud en los tiempos de Sarkozy.
Este año en su Seminario el Dr. Oury, trabajó bastante intensamente el tema de la decisión tomando algo del significado del vocablo griego “kairos”, como aquel acto que rompe la línea contínua del tiempo, momento oportuno. Es especialmente aplicable a la temporalidad esquizofrénica y las incidencias de la terapéutica en ella, pero, ¿ no lo es hoy quizás aplicable también a la temporalidad institucional como momento particularmente oportuno para afrontar las circunstancias mencionadas?*
Accueil: recibimiento
Tosquelles François: “La loi du déroulement surréaliste de la guerre, c’est qu’il y a toujours de l’imprévu, de l’inattendu, c’est-à-dire quelque chose qui, précisément, n’est pas susceptible d’être mis en science...La guerre civile comporte un changement de perspective sur le monde » (id. Page 71)
Tosquelles François: « J’ai toujours eu une théorie : un psiquiatre, pour être un bon psychiatre, doit être étranger ou faire semblant d’être étranger. Ainsi, ce n’est pas une coquetterie de ma part de parler si mal le français. Il fault que le malade – ou le type normal- fasse un effort certain pour me comprendre, ils sont donc obligés de traduire et prennent à mon égard une position active. » (« Une politique de la folies », diffusé 1990, page 67).
Tosquelles, François : « La psychiatrie comporte une anti-culture, c’est-à-dire une culture ayant une autre perspective que celle du sujet. » (id., page 72).
Se han utilizado además notas de las presentaciones del Dr. Oury en su Seminario de los días sábado en La Borde y de las reuniones de los pasantes con el Dr. Michel Le Carpentier en el período de desarrollo de la pasantía.
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