Zona Autónoma: Territorio asambleario de la auto-gestión de lo común y
lo multitudinario. El fin del Capital-Estado y de todos sus dispositivos ampliados:
massmediáticos y empresario, legislativo y ejecutivo, judicial y militar,
educativo y sanitario. Todos ellos aparatos de captura de la vida, que no hacen
más que manipular y absorber, controlar y disciplinar, recluir y reprimir, formatear
y reparar, al sujeto social que alimenta y reproduce la “Matrix”. Una forma de comando universal que separa al emisor del
receptor, al productor de lo hecho, al que vota del que lo representa, a quien ordena
del que obedece, al reo del juez, al sometido bajo la amenaza armada, al “sin
luz” del educador, a la enfermedad de la cura. La autonomía no es una fuga
personal y grupal autocomplaciente, una práctica que es renuente a la crítica,
que hace un dogma de todo lo valiosamente realizado por el campo de la
autonomía. Tampoco es un movimiento que se subdivide en grupos y endogrupos,
despreciando cada uno a los integrantes del otro. Descalificándose entre
compañeros/as que hasta ayer, todos ellos, se consideraban los hombres y las
mujeres del cambio social. El peor de los narcisismos, porque proviene de los
que aspiran a ser mejores. La Zona Autónoma es un territorio, que por supuesto
se asienta, pero que va mucho mas allá, del propio espacio físico de cada poder
popular. Un área donde no gobierne el salario y el mercado, al mismo tiempo que
gobierna una forma política anticapitalista y asamblearia. Un rizoma diseminado
local, nacional y mundialmente. Con capacidad de articulación material y no
solo simbólica. Un reticulado cosmopolita con nodos autónomos diseminados por
el planeta, antagonizando la lógica de la representación de la mercancía fuerza
de trabajo. Una Zona Autónoma internacional, que supere la resistencia global
al capital y pase a la ofensiva construyendo, aquí y ahora, el anticapitalismo.
em: DICCIONARIO POSFORDISTA
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