Trabajo precario: Empleo inestable, intermitente, incierto. El
trabajo precario da nacimiento a una nueva modalidad del hacer bajo el
capitalismo, y se encarna en un sujeto social con nombre propio: “El Precariado”.
Fracción de clase mayoritaria de la multitud; encarnación de la disminución del
trabajo socialmente necesario para reproducir la vida del empleado y aumentar pavorosamente
el trabajo excedente que produce plusvalor. Lo que es igual, a salarios
paupérrimos que deviene en un subproletariado del subconsumo, o “working poor”. Hoy, las economías crecen con ejércitos
industriales de reserva a tiempo completo, o “Excedentariado”, que no volverá
nunca más a las fábricas. Hoy, el capitalismo funciona con el paulatino pasaje del
trabajo registrado y por tiempo indefinido, al contratado en negro y por tiempo
fijo, o de lo contrario, no funciona. Para el capital la fuerza de trabajo es
una mercancía. Las modalidades laborales del “Terciariado” y el “Precariado”,
disminuye el valor de esa mercancía tan particular, tan valiosa para el
capitalista: la energía humana del hacer. Una sustancia que genera plusvalía y
por la cual el empresario paga lo menos posible, para que así, el uso del
trabajo produzca el mayor plus-valor posible. La Argentina, es una clara
demostración que la economía puede crecer por cuatro años a la manera china,
pero no por ello aumentan los salarios reales de la mayoría. Contrariamente, el
poder adquisitivo del salario está ahora, en promedio, por debajo de 2001. Y
además, el país tiene índices de desigualad social, trabajo en negro y
tercerizado, peores que en plena crisis recesiva del 2001. Para graficar y
permitir comparaciones -para aquellos que no viven en la Argentina- pondremos
los valores en dólares (U$S). Redondeando, mientras la línea de indigencia está
en los 150 dólares, la de la pobreza ronda los 300 dólares, y la canasta
familiar de bienes y servicios está en los 800 dólares. Desde el 2001, y con el
retorno de los gobiernos peronistas, el trabajo en negro aumentó un 500 por
ciento, y la plusvalía absoluta y relativa
(productividad que le dicen) se incrementó un 44 %. Aproximadamente, con Kirchner, el 30 por
ciento de los trabajadores(as) son indigentes, el 60 % son pobres, y el 80 por
ciento está fuera de los Convenios Colectivos de Trabajo, o Paritarias. La
mitad de los trabajadores privados registrados -unos 2,5 millones- recibe un
sueldo de 300 dólares por mes (por lo tanto, son pobres). Los asalariados
precarios son el 40 por ciento de la fuerza laboral y la mitad gana U$S 140 (es
decir, indigentes). El ingreso de la mitad de los cuentapropistas no
profesionales es de U$S 150 (también
indigentes). El cincuenta por ciento del personal doméstico -tanto como un millón- cobra U$S 80 (poco más
que la mitad de la línea de indigencia). Los piqueteros con planes sociales,
que tanto irritan al poder, reciben 50 dólares (tres veces menos que la línea
de indigencia); no teniendo un peso de aumento en los últimos cinco años. Para
ellos, no ser ya pobres, sino indigentes, resulta un verdadero lujo. Y para el
capital, como lazo social, la asistencia es el precio global que paga la
sociedad mercantil, el valor que abona el estado, para controlar en la sub-vida
a las masas que han sido descartadas. Sub-alimentados, para el capitalismo, si
se dejan morir de hambre y enfermedades evitables mejor, tanta masa excedente
estorba. Tanto pobre, con tanto tiempo libre para pensar y organizarse, resulta
peligroso. Como son menos que un ejército industrial de obreros de reserva, ya
que no gastarán nunca más su fuerza de trabajo en una fábrica, el estado los
alimenta con menos de lo mínimo e indispensable. Si el salario, debía ser la
medida de la reproducción de la fuerza de trabajo; la asistencia, es la forma
de clientelizar a millones a los que se les paga para que sólo continúen en
silencio respirando. Además de los trabajadores negados, y de trabajadores
formales con salarios de pobreza y tercerizados en la indigencia, hay un
sub-proletariado salarial de la sub-indigencia. Daremos un ejemplo ilustrativo:
existe en plena Ciudad “Autónoma” de Buenos Aires, una fuerza de trabajo
sub-obrera, empleada en 1.600 talleres y fábricas ubicados en distintos barrios
de la Capital Federal. Que trabajan entre 16 y 18 horas diarias, encerrados de
por vida, con familias hacinadas en casas-talleres-cárceles, desnutrida
crónicamente y cobrando 70 dólares por mes (la mitad del ingreso para ser un
indigente). De este modo, se entiende, como los asistidos sociales (como fuerza
excluida del salario de manera perpetua) no puedan superar los valores que
cobra el subsuelo del trabajo por una paga. Para la lógica de acumulación del
capital, un desempleado no puede recibir más que los ofensivos 50 dólares,
cuando hay asalariados a 70 dólares por mes. Después de la devaluación, se
produjo una trasvasamiento de nada menos que “¡Diez puntos!” de los ingresos
del trabajo al capital. ¡Y todavía algunos dudan si después del 2001 no hubo un
proceso de acumulación originaria de capital! El balance de los últimos 12
años, indica, que hubo una transferencia de 13.7 por ciento de la “torta”
nacional. Sesenta mil millones de pesos anuales, ¡720.000 millones en total! Cientos
de miles de millones extras, que le fueron robados a la multitud por el capital,
bajo gobiernos radicales y peronistas. La distribución de la riqueza bajo el
gobierno de Kirchner resulta peor que durante toda la convertibilidad. Es
decir, no sólo es peor que con Menem, sino que resulta peor que durante el
gobierno de De la Rúa. Ahora el capital se queda con el 47.4% de la riqueza,
mientras que en 1993 obtenía el 33.7%, en 1997 el 46.8 por ciento, y en el
2.000 el 40%. Esta exacción contra el trabajo pauperiza y mata. Este verdadero
genocidio en democracia resulta un espectáculo pornográfico de miseria
planificada. La multitud aspira a salir de la pobreza trabajando, mientras que
trabajando se hace pobre. Sea con Menem y De la Rúa, con Duhalde y Kirchner, el
posfordismo no tiene marcha atrás, salvo que la multitud termine con el
capitalismo. El capital no precisa muchos más esclavos de los que ya expolia.
Mientras concentra la superexplotación en unos (aumentando al máximo el tiempo
excedente de trabajo y el valor de cambio de la mercancía, precarizando a la
mayoría, y disminuyendo al mínimo el tiempo necesario para reproducir toda la
fuerza de trabajo, o sea bajando el costo de los salarios) expulsa a otros,
hasta llegar al valor sin uso del trabajo como desempleo asalariado, bajo la
figura del asistido social subindigente y trabajador negado por el capital. El
sindicalismo no “ajusta” al mundo del trabajo al estado, porque ya no concuerda,
el empleo con la agremiación. A nivel universal, solamente un 8 por ciento de
toda la población económicamente activa está sindicalizada. Sin el fordismo
como modelo dominante, y por ende, sin sindicatos masivos; los partidos
capitalistas de masas han terminado. El éxodo electoral del ciudadano,
desafiliado de las viejas pautas keynesianas, provoca que el “Capital-Parlamentarismo”
haya decidido gobernar con el porcentaje que los vote, sean cuales fueren los
que lo hagan. De ahí su ontología social a constituirse en un estado “Capital-Ejecutivista”,
carente de legitimidad, y poseedor de una mera pátina de legalidad. Ya no
estamos, siquiera, en el campo de la representación; sino en el plano de la
simulación de la propia representación. El sistema capitalista establece un
patrón económico que explota, de manera asalariada plena en la Matrix “Capital-Parlamentaria”, a un
tercio de la población trabajadora. El resto, al precariado y el paro. Y esta
es una propensión mundial del capital. En el planeta, el 50 por ciento de la
fuerza laboral está des-asalariada; y el otro 50 por ciento, se divide por
mitades, los que están en blanco y en negro. Es decir, únicamente el 25 % está
registrado, otro 25 por ciento resulta intermitente y el 50% restante es
trabajo negado. Del comienzo de la decadencia de la sociedad keynesiana y
fordista, de los dos tercios incluida en el trabajo registrado y un tercio en
la precariedad y la reserva; se invirtió la pirámide, y se avanza como
tendencia, a una sociedad postkeynesiana y postfordista con un tercio de
registrados y dos tercios en la flexibilidad y el trabajo negado. Trabajo
capitalista= 25%registrado+25% “Precariado”+50% “Excedentariado”. ¡Otra que el viejo
ejército industrial de reserva! Subordinación y pasividad, o cooptación y
represión. El menú de la sociedad del capital y el Estado excedentario, no
tiene más platos para ofrecer a millones de bocas hambrientas.
em: DICCIONARIO POSFORDISTA
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